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Conceptos para entender cómo es tu boca. El periodonto.
Ni los dentistas se ocupan sólo de los dientes, ni los dientes constituyen lo único que hay que cuidar en nuestra boca. Muchas veces habrás escuchado a tu odontólogo hablar con términos que quizá te sea complicado entender. Y no todos ellos hacen necesariamente referencia al diente. En la clínica Rehberger López-Fanjul, en Asturias, creemos que la divulgación es una herramienta poderosa para la prevención. En este artículo, te explicamos qué es la zona periodontal y por qué merece tu atención y cuidado.
Si entiendes cómo es tu boca, podrás prevenir los problemas que pueden aparecer en ella. Los dentistas y los médicos a veces utilizan un vocabulario difícil de comprender. Pero es un error no detenerse a explicar con detalle cuáles son las peculiaridades fisonómicas de nuestra boca. Si conseguimos que un paciente entienda cómo funcionan los elementos de su cavidad oral, tomará conciencia de la naturaleza de las patologías que le pueden afectar.
Esto sería todo un triunfo. En un artículo anterior ya hemos examinado los dientes. En éste vamos a estudiar una parte no menos importante: el periodonto o espacio periodontal.
1. El periodonto.
Qué es:
El periodonto es una estructura anatómica compuesta por tejidos que forman parte de distintos elementos (de los maxilares, de las mucosas, del diente…). Como su etimología indica (periodonto viene del griego peri-, alrededor, y odonto, diente), el periodonto es la zona que rodea cada uno de los dientes. Es decir, el periodonto es el punto exacto donde se anclan los dientes al hueso y se mantienen firmes.
En el periodonto encontramos cuatro tejidos, que luego detallaremos: la encía, el cemento radicular, el ligamento periodontal y el hueso alveolar.
El periodonto tiene la difícil misión de mantener la estabilidad y firmeza de los dientes, pero al mismo tiempo permitir su movimiento y recolocación a lo largo de toda una vida.
Es importante que sepas qué es porque… Las enfermedades periodontales son, junto con las caries, la mayor preocupación de los dentistas.
Debido a que la cavidad oral es la mayor puerta de entrada al organismo, y a que los dientes se ocupan de masticar comida cuyos restos pueden nutrir a millones de microbios, el periodonto es una delicada barrera que hay que mantener sana para evitar que los patógenos accedan al torrente sanguíneo.
La inflamación y la infección en el tejido periodontal constituyen un riesgo muy serio. En los últimos años se han ido publicando estudios que demuestran la relación entre las enfermedades periodontales y accidentes cardiovasculares, problemas musculares o incluso una mayor posibilidad de desarrollar cuadros graves de Covid19.
Vamos a estudiar los cuatro tejidos del periodonto.
2. Hueso alveolar.
Qué es:
El hueso alveolar no es, estrictamente, un hueso, sino que es una zona concreta de un hueso. O, mejor dicho, una zona de dos huesos distintos: el maxilar superior y el maxilar inferior.
Ambos maxilares poseen, en las crestas que delimitan sus extremos, una fila de agujeritos, o alveolos, que recorren todo el arco dentario. En estos agujeritos o alveolos es donde se engarza la raíz de cada uno de los 32 dientes, que quedará sujeta gracias al cemento y al ligamento radicular.
Es importante que sepas qué es porque… Los odontólogos le prestan muchísima atención al hueso alveolar porque en caso de enfermedad periodontal (periodontitis) o en caso de pérdida de dientes, puede reabsorberse. O sea: puede desaparecer.
Es la presión que ejerce la masticación una de las cosas que hace que se mantenga. Pero cuando falta un diente o hay una infección, las paredes de los alveolos van desapareciendo hasta quedar totalmente aplanadas. Éste es el origen de lo que popularmente se ha conocido como “sonrisa de abuelo”.
Los especialistas tienen que hacer un seguimiento del estado del hueso alveolar y recomendar la sustitución de dientes perdidos por implantes dentales antes de que sea demasiado tarde.
3. Encía.
Qué es:
La encía, como todo el mundo sabe, es el tejido mucoso que recubre la raíz de los de los dientes y el hueso alveolar. La encía se une a los dientes en la parte del cuello y oculta la raíz, dejando solamente a la vista la corona.
La función de las encías no se limita a ayudar a sujetar los dientes, sino que también los protege.
Es importante que sepas qué es porque… El tejido de las encías es bastante delicado. Suele ser lo primero que se degrada cuando comienza el proceso de la enfermedad periodontal. La manifestación inicial de éste proceso es la inflamación de las encías: la gingivitis. A continuación, si la enfermedad prosigue, claudicando ante los microorganismos que finalmente accederán a la raíz del diente y al hueso alveolar, provocando una periodontitis para posteriormente retraer la encía.
Por esto, los dentistas insisten en que debemos tomarnos muy en serio la higiene. En la parte en que se une encía y diente, la acumulación de placa bacteriana suele ser abundante, y supone un riesgo si no se retira.
Otro motivo importante para cuidar y vigilar las encías es que, en los tejidos mucosos, hay posibilidades de que broten tumores malignos. Si son detectados a tiempo, habitualmente son fáciles de extirpar y tratar.
4. Ligamento periodontal y cemento radicular.
Qué son:
Del cemento radicular ya hablamos en el artículo en el que estudiábamos la estructura de los dientes. Como decíamos entonces, la corona del diente está recubierta de esmalte. Pero la raíz no. Ésta se hace cubrir de cemento, que es ligeramente más blando y permeable. ¿Por qué? Porque con este tipo de tejido, al contrario de lo que sucedería con el esmalte, la raíz tiene mayor facilidad para adherirse al ligamento periodontal.
Este ligamento, por su parte, es un tejido conectivo formado por fibras de colágeno. Sirve para unir la raíz al hueso alveolar y, además, amortigua y distribuye la fuerza de la masticación. Asimismo, el ligamento periodontal está dotado de muchas fibras nerviosas, de modo que transmite sensaciones táctiles de presión y dolor.
Es importante que sepas qué son porque… En caso de periodontitis avanzada, la infección llegará a afectar al ligamento periodontal y a la raíz, poniendo en peligro la estabilidad del diente, que podría acabar perdiéndose.