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Cómo lavar los dientes a los más pequeños.
Como todos los hábitos saludables, el de la higiene dental debe implantarse desde la infancia. Es mucho más importante de lo que parece, pues las patologías pueden presentarse desde el primer diente. Lavar los dientes a los niños, cuando ellos aún no son capaces de hacerlo por sí mismos, es única manera de prevenirlas y de acostumbrarles a la importancia de la higiene bucodental.
Para que exista una caries tan sólo hace falta una condición: que exista un diente. Por eso, desde la erupción del primer diente en los niños pequeños, los padres deben tomarse la higiene oral muy en serio.
El cepillado es la única manera de retirar los restos de comida de los que se nutren los organismos patógenos que causan caries y enfermedades periodontales. Si tienes un niño pequeño cuya dentición temporal acaba de erupcionar, y no sabes cómo lavarle correctamente los dientes, sigue estos consejos.
1. Lávale los dientes después de cada comida, o, por lo menos, dos veces al día.
Como hemos explicado en anteriores artículos, cuanto más tiempo le demos a los organismos patógenos para alimentarse, más riesgo habrá de que puedan penetrar el esmalte y provocar caries. Por eso, es importante lavarse los dientes después de cada comida, para no permitirles que hagan uso de esa “gasolina” que son los restos que se quedan en la boca.
Esto es especialmente importante cuando la comida es rica en azúcar, que es el alimento favorito de los patógenos. También cuando hablamos de alimentos pegajosos, que tienen la capacidad de adherirse a los recovecos más inaccesibles. En otras ocasiones te hemos recomendado que evitas, en la medida de lo posible, estos alimentos. Pero sabemos que a veces es duro negarle a los niños determinados placeres. Así que, si caen en la tentación, al menos lávales bien los dientes.
Si te parece excesivo cepillar los dientes de tus hijos tras cada comida, al menos deberías tomarte en serio los dos momentos clave: antes de que se vayan a la cama y justo después de desayunar. Durante la noche, la boca segrega menos saliva. La saliva ayuda a mantener un entorno menos favorable para los patógenos. Pero, cuando escasea, hay más riesgo de que proliferen. Por eso es importante lavarse los dientes por la noche, para que no encuentren alimento del que nutrirse, y nada más desayunar, para retirar el exceso de bacterias que puedan haberse acumulado durante la noche.
2. Utiliza el dentífrico correctamente.
En primer lugar, la pasta de dientes que utilices debe tener flúor. Este elemento químico endurece el esmalte dental, lo que hace que los patógenos no puedan penetrarlo. Es muy importante para los más pequeños.
Entre los seis meses y los seis años, debes escoger un dentífrico que tenga 1000 partes por millón (ppm) de flúor. Para los mayores de seis años, 1450 ppm.
En cuanto a la cantidad de pasta de dientes que debes añadir al cepillo, se toma como referencia la cantidad equivalente a un grano de arroz, para menores de dos años. Y, a partir de esa edad, la cantidad equivalente a un guisante, no hace falta más.
Algunos padres se preocupan por la toxicidad del flúor, e insisten en que sus hijos no se traguen el dentífrico. Pero no hay por qué preocuparse: para que la pasta de dientes tuviera un efecto tóxico en nuestros hijos tendrían que tragarse el equivalente a 13 cepillados al día durante varios meses.
3. Cepillar bien los dientes.
En el cepillado, la técnica cuenta mucho más que el tiempo. Aunque es cierto que es mejor si conseguimos que el cepillado dure al menos tres minutos, también es verdad que vale más calidad que cantidad. Si conseguimos efectuar un buen cepillado durante poco tiempo, será mejor que cepillar mal durante mucho rato.
Sigue esta técnica:
- Empieza cepillando la cara anterior de los dientes, la visible. En los dientes superiores, de arriba abajo. En los inferiores, de abajo arriba.
- Continúa con la cara posterior, en la misma dirección.
- No olvides las caras superiores de las muelas, es decir, la superficie de masticación. Puedes mover el cepillo de atrás adelante.
4. Escupir, sí. Enjuagar, no tanto.
A la hora de retirar el exceso de pasta en la boca, basta con escupir. Enjuagar con agua no es necesario, y lo único que se consigue es eliminar el beneficioso flúor del que se ha impregnado el esmalte dental. Como hemos dicho más arriba, no temas, sólo es tóxico en cantidades mucho mayores.
5. Visita al dentista al primer año de vida.
Como hemos dicho en artículos anteriores, las visitas al dentista están justificadas desde una edad bien temprana. No sólo para revisar que no existan patologías, sino para vigilar el correcto desarrollo de los dientes. Desde los primeros años de vida ya se puede predecir si el niño tiene riesgo de sufrir una maloclusión u otros problemas que es mejor tratar cuanto antes.
Además, cuanto antes empecemos a acudir al dentista, antes se acostumbrarán los pequeños. Perderán el miedo y serán conscientes de la importancia de los buenos hábitos de higiene.